
VIÑA CONCHA Y TORO
EL TESORO DE CHILE EN UNA COPA
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Cuando se piensa en vinos uno no puede dejar de mirar hacia Chile. Por eso, al aterrizar en Santiago, una de las localidades que debe obviarse es el cercano Valle de Casablanca, capital de las mejores viñas y que, día a día, recibe a cientos de turistas.
UNA RUTA POR LA HISTORIA DEL VINO.
Casablanca acoge una de las viñas más grandes de Chile: la Viña de Concha y Toro. Aquella es la principal productora y exportadora de Latinoamérica, y una de las diez mayores compañías vitivinícolas del orbe. Esto le ha permitido ganarse un reconocimiento a nivel internacional por sus vinos Casillero del Diablo y Don Melchor, y tener una presencia mundial en más de 130 países.
No obstante, como toda historia debe comenzar por su creador, ésta no puede ser la excepción. La ruta histórica que nos lleva a la Viña de Concha y Toro se inicia conociendo a Don Melchor, político y economista destacado de su época, pero que también tenía una gran pasión por los vinos, lo que lo hizo viajar a Burdeos, Francia, y desde ahí traer las mejores vides o pajeras. Ello tuvo como consecuencia la fundación de la viña en el año 1883. Es, hasta hoy, una de las primeras.
JARDÍN DE VARIEDADES: LA MEZCLA DE SABORES EN UN RACIMO.
Tras la casa del Viñador, nuestra siguiente parada es el Jardín de Variedades, lugar donde se encuentran 26 tipos de uvas, pero Concha y Toro sólo produce 18, siendo el Cabernet Sauvignon y el Syrah los que se llevan la mayor cantidad de hectáreas. Este Jardín fue programado con la finalidad de que los turistas puedan conocer los diferentes sabores y tamaños de las uvas. Por eso es aconsejable visitarlo, preferentemente, entre febrero y marzo, época donde se pueden probar los 26 tipos de uvas en todo su esplendor.
Una de las particularidades con que cuenta el Jardín, y Chile entero, es que posee uno de los mejores Terruá (mezcla de tierra, clima y trabajo del hombre), lo que lleva a que el racimo tenga un sabor, color y tamaño únicos.
La Viña de Concha y Toro nace en el Valle del Maipo y consigue un Terruá especial e inigualable. Por ello su Cabernet Sauvignon es uno de los mejores del mundo.
LAS BARRICAS: LUGAR DE LA CONCENTRACIÓN DEL VINO
En la actualidad, la Viña de Concha y Toro concentra el vino en las bodegas modernas, lugar que no supera una temperatura de 17 grados, y que bajo un sistema de unificación inyecta agua evaporada y mantiene la humedad entre un 70 y un 80 por ciento. Aquello logra que el vino no se evapore, fermente o simplemente se requebraje la madera por la presión que se ejerce al sellarla.
Las barricas donde se conserva el vino son elaboradas en roble americano o francés; sin embargo, la diferencia entre ambas se genera por la durabilidad, valor y riqueza que le entregan al producto final. Así, el roble americano debe tener 60 años para convertirse en barrica, posee un valor de 600 dólares y no puede ser usada más de tres veces. Su micro-porosidad en la madera es abierta, lo que le entrega una micro-oxigenación más rápida. En cambio, la barrica elaborada en roble francés debe tener unos 120 años, su valor es de 1.200 dólares y posee una durabilidad igual a la americana, pero su micro-porosidad es cerrada, lo que le entrega una micro-oxigenación más lenta.
LA GUARIDA DEL DIABLO.
Claramente el viaje a la Viña de Concha y Toro no podría estar completo sin visitar la Bodega más antigua, donde se conserva el mejor Cabernet Sauvignon del mundo y que lleva por nombre Don Melchor. No obstante cuenta la leyenda que, hace más de cien años, el fundador de la viña se reservó una pequeña partida de los mejores vinos que allí se producen. Fue advirtiendo que, a medida que pasaban los días, varias de sus botellas comenzaban a desaparecer. Para evitar esto, Don Melchor difundió el rumor que en el lugar habitaba el mismísimo Diablo, a la usanza de los cuentos populares de la época. Por eso, por las noches soltaba un toro bravo, que con la oscuridad y al sonido de algún ruido embestía rápidamente. Esto asustaba a los ladrones.
Dicha bodega fue construida a finales del siglo XIX, con una mezcla de ladrillos y cal y canto (clara de huevo, arena y cal), el cemento de esa época. Se encuentra a cuatro metros bajo tierra, con una temperatura que no supera los 12 grados y una humedad del 75%. La temperatura se mantiene con un sistema de regadío que se hace funcionar tres veces por semana. Con ello se protegen las 600 barricas de roble francés de primer uso, que conservan el mejor vino de la viña.
EL TOUR CULMINA, PERO A LA CHILENA.
Ningún tour por las Viñas más importantes de nuestro país puede culminar sin experimentar el olor y sabor de un buen vino chileno. Por eso, tras vivir y conocer la historia de la Viña de Concha y Toro, se invita a pasar al Wine Bar, donde se puede beber alguno de los vinos ya degustado u otro que se prefiera. No obstante, este vino de la Viña de Concha y Toro no puede tomarse de manera solitaria, sino que acompañado de una buena empanada, lo que lleva a una experiencia inigualable con la mejor y más rica historia gastronómica de Chile.
Casa de Don Melchor:
La casona posee 1.600 metros de construcción, 22 habitaciones, 2 jardines interiores, 3 chimeneas y 23 hectáreas de jardín, las cuales fueron diseñadas por el francés Guillermo Renner.
Cálculo de hectáreas de la Viña:
La Viña de Concha y Toro no sólo tiene hectáreas dentro del territorio nacional, las cuales bordean las 9.000 entre la IV y la VIII regiones. En Mendoza, Argentina, cuenta con unas 1.000; en California, Estados Unidos, alcanza las 500. Esto la hace ser la segunda viña con mayor producción del mundo.
Trío, el arte de ensamblaje:
Este vino es de la línea Premium y consta de una mixtura de tres uvas diferentes. En la degustación probamos el Sauvignon Blanc del año 2014, perfecto para armonizar con productos del mar, ensaladas y aperitivos. Sus uvas provienen de tres valles diferentes (Casa Blanca, Rapel y San Antonio), lo que le entrega un Terruá distinto a cada una de ellas y hacen que el producto ser único.
Serie Riberas Gran Reserva:
Este vino lleva ese nombre, ya que la cosecha se hizo cerca del río, lo que le entrega un Terruá diferente. El Gran Reserva Carménère es del año 2012 y ha estado bajo una guarda de roble americano durante 14 meses. Es un vino seco, perfecto para carnes rojas con grasas, pues lleva a que la grasa se disuelva y se digiera más rápidamente.
Casillero del Diablo Reserva Privada:
Existen cuatro tipos de Casillero del Diablo. Además de los Clásico, Devil’s Collection y Manchester United, está el Casillero Reserva Privada que se degustó. Es un 85% Cabernet Sauvignon y un 15% de Syrah. Su año de guarda es 2013, se mantuvo bajo roble francés durante 14 meses, y es muy bueno para las carnes que no contengan tanta grasa.